El Prof. Juan Carlos Bilyk y el R.P.Fr. Aníbal Fosbery O.P. en la XXVIII Exposición del Libro Católico (Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea, año 2016) |
La que debiera
ser una noticia destacada para una Nación de raíces cristianas, sembradas por
la Iglesia en uno de sus tantas empresas misioneras efectuadas a lo largo de su
historia, probablemente pasará inadvertida para el gran público, habituado a la
frivolidad o ruindad de las conductas de personajes tristemente famosos, como
al olvido y abandono de las altas metas que los padres de este bendito suelo
argentino habían soñado, y que con sangre y lágrimas habían sembrado para que
un día florecieran.
En efecto, el
merecido festejo por los cuarenta años de vida de una Exposición dedicada a la
literatura católica, no será tapa de importantes (que no grandes) diarios, ni
de portales periodísticos. La noticia,
si se difundiera, sería incluso una novedad para muchos. Pero no es así para
otros –por desgracia no tantos— que saben con certeza que el espíritu, que se
forja con las pruebas de la vida cotidiana y con los Dones que vienen de lo
alto, asimismo se nutre con la adecuada formación que se recibe tanto de
maestros que enseñan en sus aulas, como de maestros que nos dejan su sapiencia
en los libros. Ciertamente se pueden encontrar muchos libros, pero no tantos
maestros.
La sarmientina
idea de que la sola lectura es algo bueno por sí misma, colisiona de frente con
la verdad irrefutable de que la lectura es buena si y sólo si lo que se lee es
bueno. Y a ello se viene abocando el Sr. Manuel Outeda Blanco desde hace ya
cuarenta años, reuniendo —con perseverancia y apasionamiento admirable— cuanta
buena lectura redactada por fieles hijos de la Iglesia ha podido. No se ha
guardado nada, no siempre se lo ha entendido, no ha podido mostrar todo lo que
hubiese querido, pero nunca ha cejado en su ejemplar intento.
Quien suscribe
ha asistido regularmente desde hace unos veinte años —y sin un solo ausente por
computarle— a la Exposición del Libro Católico, y por ello se siente veraz
testigo de todo lo que aquí afirma. Comenzando como un simple lector de esos
maestros, que pocos en el mundo conocen, aunque son bien conocidos por Dios,
hasta concluir en su actualidad como modesto escritor, no me queda más que
agradecer y felicitar amicalmente al querido Manuel —fundador de este nobilísimo
emprendimiento— por su entrega y testimonio incansable que, para su alegría, no
será la tapa de esas revistas de noticias tan huecas que languidecen cuando
apenas surgen, pero cuya labor evangelizadora está debidamente registrada en
las páginas de un Libro que será leído al final de los tiempos, para que muchos
se enteren cuanto tendrán que agradecerle, por haberles acercado tantas sanas y
santas lecturas que les ayudaron eficazmente para su justificación.
Juan
Carlos Bilyk
El Prof. Juan Carlos Bilyk recibe una distinción en la XXVII Exposición del Libro Católico (Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea, año 2015) |
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