martes, 15 de agosto de 2017

UNA PEREGRINACIÓN ANUAL A LA BUENA LECTURA (por Roberto L. Elissalde)

D. Roberto L. Elissalde




Era una tradición en Buenos Aires, hace años; que en el mes de mayo se hiciera la peregrinación anual a la basílica de Luján, organizada por la Asociación de Peregrinos; la que también organizaba una marcha a la basílica del Sagrado Corazón de Barracas, en el mes de julio. Después la caminata a Luján, cambió al mes de octubre con otro estilo de organización, dándole un aire juvenil, y sigue hasta hoy como uno de los hitos de la religiosidad popular.

De ese mismo modo, desde hace casi cuarenta años, comenzando en formas más que modestas en la diócesis de San Martín, patrocinada por monseñor Manuel Menéndez, de feliz y por desgracia olvidada memoria, ese obispo que llamaba en programas radiales de gran rating a la caridad y llenaba con sus monaguillos cantando villancicos los diciembres la calle Florida; comenzó la Exposición del Libro Católico.

Fue avanzando de aquella modesta etapa inicial, hasta llegar a Buenos Aires a poco de andar, y en el Centro Cultural General San Martín, en el Círculo Católico de Obreros, en la UCA, y en la Casa de la Empleada, para citar algunos de los lugares a los que concurrí, y es factible me olvide de algunos, fui y fuimos peregrinando en busca de buenas lecturas, de momentos agradables.

Con música de Vivaldi de fondo o de nuestros Chalchaleros, recorrimos varios cientos de metros de estanterías, donde obras de todo tipo nos ofrecían las novedades y también viejas ediciones de filosofía, teología, historia, liturgia, catequesis y espiritualidad.

D. Roberto L. Elissalde y Manuel Outeda Blanco en la XXVIII Exposición del Libro Católico 2016
Pero esa espiritualidad no estaba en los libros, así como las flores dan su fragancia, lo mismo perfumaba el aire de esas salas, por la grata hospitalidad de quienes ofrecían su sede y convertían a Manuel Outeda Blanco, el factótum de la Exposición en un gentil anfitrión.

Las conferencias sobre distintos temas atraían a un público a veces numeroso, otras no tanto; pero al final de las exposiciones siempre el intercambio de ideas, la conversación amable dejaba al orador y al concurrente una enseñanza.

Fue sin duda el magnífico impulsor de la Exposición el cardenal Quarracino, cuanto su gobierno pastoral de Buenos Aires, y sus auxiliares nunca dejaron de acompañar esta obra, uno de ellos monseñor Héctor Aguer, llevado al arzobispado de La Plata, no dudó en trasladar a su sede este evento hace casi dos décadas.

Nuestro actual Papa Francisco, no estuvo ausente de la Feria; ni los distintos nuncios, ni muchos ministros de Educación o secretarios de Cultura, que avalaron de ese modo el papel del libro católico en la sociedad. Académicos, hombres y mujeres de las letras, del pensamiento, de las artes, de la poesía dieron magistrales clases y como esas columnas de peregrinos a distintas horas, un par de cientos de personas por día, varios colegios visitaban la exposición, como una peregrinación al buen libro. Los organizadores, silenciosos y anónimos, desde el más encumbrado al más humilde, trabajaron siempre con dedicación, lo que significó sin dudo el éxito de las dos semanas de la muestra.

Este año 2017, no tenemos esa tradicional recorrida en el mes de setiembre. Esperemos que sea sólo un descanso, no olvidemos las buenas tradiciones, aunque le cambiemos el diseño; porque hemos perdido tantas cosas, o mejor dicho la evolución… nos ha robado otras tantas, que no podemos perder esta fiesta. Esperemos que el Episcopado y el Pueblo de Dios, se encolumne en esta peregrinación a la buena lectura nuevamente, cuando por desgracia la fama le gana al prestigio.

Roberto L. Elissalde

D. Roberto L. Elissalde en la XIX Exposición del Libro Católico (Casa de la Educación, 2007)

D. Roberto L. Elissalde y Manuel Outeda Blanco, Fundador y Presidente de la Exposición en la XIX Exposición del Libro Católico (Casa de la Educación, 2007)

D. Roberto L. Elissalde y Fray Alberto Saguier Fonrouge O.P. en la XXIV Exposición del Libro Católico (Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea-, 2012)





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