martes, 15 de agosto de 2017

UN ANIVERSARIO DIGNO DE SER RECORDADO (por el R.P. Dr. Alfredo SÁENZ S.J.)


El R.P. Dr. Alfredo Sáenz SJ. junto a la hermana María de la Vera Cruz Sacheri, los doctores José María Sacheri y Héctor Hernández, el Pbro. Christian Viña y Manuel Outeda Blanco, en la XVI Exposición del Libro Católico en La Plata (Centro Cultural Pasaje Dardo Rocha, año 2014)


Cuatro decenios no es poco tiempo en la vida de una persona o de una institución. Cuando Manuel Outeda tuvo la idea de organizar anualmente exposiciones de libros católicos, no pocos fruncieron el ceño. La experiencia no va a ser duradera, se decía. Los hechos probaron lo contrario. El resultado no es casual sino fruto de un esfuerzo mantenido en medio de dificultades muy diversas, algunas de origen inesperado, pero siempre superadas.

Manuel Outeda inició la serie de sus exposiciones, que mantuvo a lo largo de tantos años, cuando comenzaba a alborear la decadencia del libro. Dicha decadencia, al comienzo originada por la pereza natural de los jóvenes, no pocas veces reluctantes a la lectura, que exige atención y constancia, se fue agravando especialmente con motivo de la aparición de los nuevos aparatos que intentaban “suplir” la lectura, ya en decadencia. Los jóvenes comenzaron a mostrarse siempre más y más renuentes a la lectura -cosa que no acontecía tanto en generaciones anteriores-, y así lo que quedaba del hábito de la lectura fue siendo reemplazado por la aparición de medios supletorios. Fue entonces cuando el gran escritor norteamericano Ray Bradbury, uno de los precursores en el género de historias de ciencia ficción, mostró su ira con motivo del auge creciente de Internet, y llegó a expresar su idea en forma vigorosa y ofensiva: “Que quemen Internet en lugar de quemar los libros”. No fue aquél un acto reflejo de los jóvenes, fruto de cierta aversión al libro, sino una consecuencia de la pereza intelectual que por aquel entonces se iba imponiendo.

¿A qué se refería Bradbury con aquel “quemar los libros”? El autor de numerosas obras, pero sobre todo de la llamada Crónicas marcianas, acababa de escribir un libro espléndido de ciencia ficción llamado Fahrenheit 451. Dicho número no es arbitrario sino que señala la temperatura en la que arde un libro, la temperatura necesaria para que se prenda fuego el papel. Frente al creciente desprecio en relación con las obras impresas por aquel entonces reinante, y su consiguiente abandono, aprovechó su novela para hacer la exaltación del libro. A su juicio, los libros sólo tienen dos olores, “el olor nuevo, que es bueno, y el olor a libro usado, que es todavía mejor”.

De allí concluye: “Mandé al infierno a Yahoo”. No que dicho autor ignore, por cierto, la aparición y la multiplicación de los llamados “libros electrónicos”, pero no dejó de señalar que desconfiaba del dispositivo Kindle. “Esos no son libros”, afirmó. En modo alguno constituye un dislate lo que afirma Bradbury. La conexión que existe entre el papel y la persona es mucho más íntima que la que se establece entre ésta y un aparato mecánico.

La novela de Bradbury a que acabamos de referirnos describe la situación de una sociedad en la que la autoridad política ha resuelto desterrar los libros de su área de gobierno. Se establece por decreto la entrega a la policía de todos los impresos. Como muchos se niegan a hacerlo, o esconden sus libros bajo los colchones, la policía va requisando todas las casas, y llevando las obras que encuentra a las plazas para ser allí públicamente quemadas. Ello hace que un grupo de rebeldes “inadaptados”, retengan por un tiempo algún libro clásico, para aprender de memoria un capítulo del mismo, y así mantener su recuerdo. Todos esos “locos” se van luego a una isla donde cada uno de ellos va y viene repitiendo una y otra vez el capítulo que ha aprendido de memoria, para que si alguna vez se restauran los libros -y, consiguientemente, la cultura- se puedan republicar los escritos abolidos por la dictadura crematística.

La defensa que Bradbury ha hecho de la palabra impresa lo llevó también a encabezar una cruzada en favor de las bibliotecas, en vías de extinción. “No creo que las bibliotecas estén obsoletas y no permitiré que acaben con ellas, así me tenga que poner en medio para evitarlo”, dijo este gran autor de literatura fantástica. Tratando de ello, anticipó muchas de las cosas que el mundo viviría en el siglo XXI. Ensayista, poeta, arquitecto y visionario, recordó que hacía casi cuatro décadas había alquilado una máquina de escribir en la biblioteca de la ciudad de California para entregar a la imprenta Fahrenheit 451, su obra cumbre.

En el número 97 de la revista Gladius escribimos una nota bibliográfica con motivo de la aparición de un reciente libro de Paul Auster, llamado La historia de mi máquina de escribir, Ed. Planeta, Buenos Aires 2016, donde el autor hace el elogio del aparato con el que ha escrito varios de sus libros y la consiguiente crítica a los medios modernos a que alude el autor anteriormente citado.

Si Bradbury hubiera vivido entre nosotros hubiera sido un ardiente entusiasta de la iniciativa que tomó Manuel Outeda al propulsar su exposición anual de libros. La constancia de este último, virtud rara entre nosotros, de casi 40 años, no deja de ser admirable y digna de encomio. Somos testigos del poco apoyo que encontró para su iniciativa incluso entre quienes hubieran debido darle un aplauso categórico. La calidad de los libros seleccionados y expuestos, así como el criterio no comercial sino cualitativo de los escritos por él elegidos, han ayudado de manera contundente a la formación de los católicos, sobre todo de la juventud, frente al disparate ideológico tan promocionado en la actualidad.

Hoy la crisis no sólo en la sociedad sino también dentro de la Iglesia pasa primordialmente por lo doctrinal. Nada, pues, más importante que introducir a la juventud en el conocimiento de libros realmente formativos, exentos de errores, por difundidos que estén. Felicitaciones, pues, a Manuel Outeda.

P. Alfredo Sáenz


El R.P. Dr. Alfredo Sáenz S.J. en la Exposición del Libro Católico

El R.P. Dr. Alfredo Sáenz S.J. acompañado por la Hna. María de la Vera Cruz Sacheri, los doctores Héctor Hernandez y José María Sacheri, el Pbro. Christian Viña y Manuel Outeda Blanco, en la XVI Exposición del Libro Católico en La Plata 2014



El R.P. Dr. Alfredo SÁENZ, S.J., firma ejemplares de su obra “IN PERSONA CHRISTI. La fisonomía espiritual del Sacerdote de Cristo”, (3ª edición, aumentada) en la XXV Exposición del Libro Católico (Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea-, año 2013)

El R.P. Dr. Alfredo SÁENZ, S.J., firma ejemplares de su obra “IN PERSONA CHRISTI. La fisonomía espiritual del Sacerdote de Cristo”, (3ª edición, aumentada) en la XXV Exposición del Libro Católico (Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea-, año 2013)

Mons. Gabriel Horacio Delgado,presentando la nueva edición de “In Persona Christi. La fisonomía espiritual del Sacerdote de Cristo”, XV Exposición del Libro Católico en La Plata (Centro Cultural Pasaje Dardo Rocha, año 2013)

El R.P. Dr. Alfredo SÁENZ, S.J., firma ejemplares de su obra “IN PERSONA CHRISTI. La fisonomía espiritual del Sacerdote de Cristo”, (3ª edición, aumentada) en la XV Exposición del Libro Católico en La Plata (Centro Cultural Pasaje Dardo Rocha, año 2013) 

El R.P. Dr. Alfredo Sáenz S.J. junto al Dr. Eduardo Allegri en la XVI Exposición del Libro Católico (Casa de la Educación, año 2004)















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