Conocí a Manuel
Outeda Blanco a principios de la década del noventa. Recuerdo que me impresionó por su energía, decisión,
y voluntad en todo lo que hace, en especial su magnífica obra que es la Exposición
del Libro Católico.
Recuerdo que en
esos años la Exposición se llevaba a cabo en el auditorio de la Federación de Círculos
Obreros Católicos en Junín 1063. La
primera vez que fui, me asombré de la cantidad de excelentes libros que se
exhibían, no solo para la venta, sino también para la lectura en el lugar. También pude asistir a muchas conferencias
que se hacían diariamente, recibiendo las enseñanzas de tantos hombres de valía.
El tiempo fue
pasando, pero la Exposición se hace todos los años, más tarde en la sede del
Consudec, cerca del Congreso Nacional y desde hace bastante tiempo en la Casa
de la Empleada creada por Mons. De Andrea.
Desde hace
varios años, Manuel también realiza una segunda exposición anual en la Ciudad
de La Plata, bajo el auspicio de Monseñor Héctor Aguer.
Así, desde hace
cuarenta años, durante dos semanas en Buenos Aires, en septiembre y desde el
año 1999, otras dos en La Plata en noviembre, tienen lugar las Exposiciones. Manuel
Outeda y su equipo de colaboradores, entre los que se destaca Mabel Radis
(trabajadora incansable, plenamente identificada con los ideales que motivan la
exposición), hacen su labor, no solo durante las horas en que está abierta al
público sino mucho tiempo mas, ordenando los libros, equipos de sonido,
coordinando con los expositores, etc.
Don Manuel es un
organizador nato, está en todos los detalles, dirige con autoridad a su gente, a
quienes da el ejemplo, es el mayor trabajador de la exposición, el primero en
llegar y el último en irse.
Recibe con
gentileza a todos los visitantes, se interesa por ellos y con los religiosos
observa fielmente el respeto que su investidura exige. Su conversación es directa, clara, concisa,
generalmente de temas trascendentes, de Dios, de la Patria, de hombres
ejemplares. La charlatanería insulsa, las conversaciones vulgares e
irrelevantes, el chisme, la critica maliciosa y mucho menos la broma procaz, o
las palabras soeces, -lamentablemente tan habituales en estos tiempos-, no
tienen lugar para él.
Las Exposiciones
se llevaron a cabo sin interrupciones, Manuel dedica a ellas los días de sus
vacaciones anuales, y ni los problemas de salud, familiares, o de trabajo lo
han apartado de esta magnífica misión.
Personalmente,
por medio de la Exposición he tenido el honor de conocer y escuchar a hombres
excepcionales para la Iglesia y la Patria, como Don Jose María Castiñeira de
Dios, Don Pedro Barcia, Monseñor Roque Puyelli, el Padre Carlos Buela fundador
del Instituto del Verbo Encarnado, su hermano el filosofo Alberto Buela, a mi
amigo Hugo Verdera y muchos más que sería muy largo enumerar.
Una mención
especial cabe a los Padres y Pastores que conocí en la Exposición, como el
Cardenal Antonio Quarracino, el Cardenal Jorge Bergoglio –hoy el Santo Pontífice
Francisco- y el Obispo Monseñor Héctor Aguer. Todos han sido maestros
ejemplares y recuerdo con especial afecto y admiración a Mons. Quarracino, un
grande en todo sentido, con su trato amable, su prédica siempre accesible y su
sano sentido del humor. También a Fray
Contardo Miglioranza, un franciscano admirable, autor de una semblanza de
Santos Argentinos que esperaban la beatificación y canonización, que resulto
profética; hoy Don Contardo también es digno de figurar ahora en su obra. Por
último, a un Maestro admirable, ejemplo de Sacerdote y Argentino, el Reverendo
Padre Alfredo Sáenz S J, con quien tuve el honor de conversar varias veces, y
que he me ha dedicado varios de sus libros, los cuales siempre deseo tener.
Respecto de los
que ya están en la Casa del Padre, Manuel ha tenido la gentileza de obsequiarme
muchos libros, en especial del Padre Leonardo Castellani, de quien creo tener
todas sus obras que releo permanentemente. También de don Gustavo Martinez
Zuviría, en especial sus admirables obras El Kahal Oro y Juana Tabor 666. Y del Padre Julio Meinvielle, formador de
tantos sacerdotes. Sin olvidar a Don Manuel Gálvez, y sus grandes biografías de
Juan Manuel de Rosas, Domingo Sarmiento, Hipólito Yrigoyen, Ceferino Namuncurá,
Aparicio Saravia, Gabriel García Moreno y Fray Mamerto Esquiú.
De los
extranjeros he conocido gracias a la Exposición a Belloc, Chesterton, Benson,
Mons. Fulton Sheen, a los Padres exorcistas Gabriel Amorth y José Antonio
Fortea. Y, desde ya, a San Agustín, que tanto admiro. Confieso que no me siento
preparado para la lectura de la monumental Summa Teologica de Santo Tomas de
Aquino.
Para terminar,
deseo agradecer a Manuel Outeda por su amistad y sus permanentes deferencias
conmigo y felicitarlo por su Obra que es esta magnífica Exposición del Libro Católico,
al servicio de Dios Nuestro Señor, la Iglesia y la Patria.
CPN Daniel Jerez
D. Carlos De Santis y el Ctador. Daniel Jerez, Presidente y Secretario, respectivamente, del Insituto de Investigaciones Históricas "Juan Manuel de Rosas" de Gral. San Martín. |
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