viernes, 6 de octubre de 2017

40° ANIVERSARIO DE LA EXPOSICIÓN DEL LIBRO CATÓLICO (por la Prof. María Elena Vigliani de La Rosa)


La celebración de los cuarenta años de la Exposición del Libro Católico es también la de la siembra bien hecha; siembra de doctrina, de valores, de fe y de iluminada esperanza basada en el conocimiento.

Entre las muchas actividades y capítulos que alentaron el Dr. Manuel Outeda Blanco y la institución toda, presidida por él, cabe ponderar la propuesta del Certamen Literario Católico Nacional “Antonio Quarracino” que, desde hace veintitrés años, convoca y estimula a competir a jóvenes de los dos últimos años del ciclo secundario y de segundo y tercero del polimodal. El tema del escrito que concursa gira siempre en torno al tesoro de buen libro y del Libro de los libros, y debe concordar con las orientaciones del Magisterio de la Iglesia Católica.

Alumnos premiados en el
XXII Certamen Literario Católico Nacional
"Cardenal Antonio Quarracino"
2016
Desde sus comienzos me ha tocado el honor y el júbilo de formar parte del jurado de selección de los premios de este certamen, junto a la licenciada María Luisa Olsen de Serrano Redonnet y al Dr. Jorge Ferro. Cuando partió esa gran maestra de la Literatura que fue María Luisa, continuamos con Jorge Ferro y con la profesora Susana Marta Campos. Ya amigos en las conversaciones de evaluación, en la mirada detallista y el alborozo frente a los textos de los jóvenes, disfrutamos año a año el diálogo sobre las ocurrencias y talentos de los alumnos.

En el concurso literario existe un juego de compensaciones entre el tedio de las abundantes lecturas selectivas y ese juego de muñecas rusas que es meter el alma propia en otra alma consonante que nos confía su escrito y a la vez se ha nutrido en las intuiciones de valiosos autores. Si bien la mayor parte de las monografías son ensayos, aparecen aquí y allá poesías o cuentos de precoces autores. En esos géneros, los adolescentes se animan a la esperanza de vencer la página en blanco, de recrear su mundo interior, y el mundo de afuera, y ese otro, el prometido. ¡Alegría de ver cómo, mediante la lectura intensa y el oficio de la palabra, se modelan esos espíritus adolescentes, que suelen ser convulsos! El magma de emociones, de contradicciones y la inseguridad se encauzan en la postulación y afirmación de valores! Desde el silencio necesario, perseverante, de la escritura -- tan raro en nuestros días-- sacralizan lo cotidiano y se comprometen con lo trascendente. En el generalizado panorama de una ética coloidal, bien, verdad, y belleza pasan a ser conducto y meta.

Otra compensación gozosa se da en la evidencia de la buena pedagogía de muchos profesores de Literatura y Catequesis que capacitan a los alumnos partícipes. Se percibe esta formación en las fundamentaciones de las consignas prefijadas, en la progresión temática, en la coherencia y el cuidado idiomático de los escritos. Muchas veces sorprende la calidad de los textos. Detrás de estos ensayos se descubre el aliento de familiares y educadores que conducen la propensión juvenil a la creatividad, la pasión y el idealismo, por el camino del estudio, de la fe y de la literatura.

El Papa Juan Pablo II, en su mensaje del 24 de enero de 2004, cita al evangelista Mateo, cuando expresa que “de la abundancia del corazón habla la boca” y agrega que “La estatura moral de las personas crece o disminuye según las palabras que pronuncian y los mensajes que eligen oír”.

La exposición del Libro Católico y el certamen literario han encarnado este mensaje y prestigian la dimensión moral del empleo de la palabra que hace a nuestra ética de la libertad y de la responsabilidad.

Prof. María Elena Vigliani de La Rosa
Jurado del Certamen Literario Católico Nacional
“Cardenal Antonio Quarracino”

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