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El Pbro. Christian Viña, recibe
el Galardón "Cruz del Sur" de manos del
Arzobispo de La Plata y Presidente Honorario y Vitalicio de la
Exposición, S.E.R. Mons. Héctor Aguer. Los acompaña el
Fundador y Presidente de la Exposición, D. Manuel Outeda Blanco
(XVII Exposición del Libro Católico en La Plata, año 2015)
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En este 2016, de los 400 años de las muertes de Miguel
de Cervantes Saavedra y William Shakespeare, asistimos a un curioso
espectáculo de homenajes e indiferencias, ante dichas glorias de las
letras universales. Por un lado, como era de esperar, se registran
los bien presupuestados y difundidos tributos oficiales, más o menos
académicos. Por el otro, están los reconocimientos apasionados, y
hasta llenos de erudición de especialistas y admiradores; por
cierto, bien distantes del “gran público”. Y, finalmente, está
ese “gran público” cada vez más ignorante, y totalmente ajeno a
las celebraciones y, más aun, a los celebrados…
Entre esas alternativas, claro está, hay una variada
gama de situaciones y personajes. Que van desde el conocimiento
sólido, y la tibia aceptación, hasta el elogio corto y desganado.
Dramática paradoja es la que padecemos en los
comienzos de este siglo XXI: en un bando están los fantásticos
medios de comunicación; capaces de acercar, como nunca, los más
valiosos exponentes de la cultura universal. Y enfrente –o mejor,
debajo de él-, el de las multitudes, de todas las capas sociales,
que por ignorancia, comodidad, y hasta por patológica fascinación
por la esclavitud, han renunciado a la lectura y, obviamente, al
estudio.
Hace poco, hablando con una profesora de Literatura, en
un colegio secundario, le pregunté si los chicos conocían y
memorizaban algunos fragmentos del Poema del Mio Cid. “Está
en el programa –me contestó, como resignada a un destino fatal-
pero apenas lo vemos. Porque, ¿qué puede decirle el Cid a un joven
de hoy?...”. ¡Como si la fe, la virtud, el honor, el sacrificio,
la capacidad de renuncia y hasta el destierro fuesen meras
antiguallas, propias del olvido!
Leer o no ser; esa es la cuestión, podríamos
repetir remedando, en parte, al célebre Shakespeare. Es que la
lectura, en tanto seres racionales, nos humaniza, nos hace más
hombres, a imagen y semejanza de Dios. Nos constituye,
auténticamente, en hijos en la Palabra que se hizo carne, y habitó
entre nosotros.
La Palabra se encarnó para que, en ella, encontrásemos
nuestra definitiva filiación del Padre. Solo el Verbo Encarnado nos
libra de nuestra condición de parias; arrojados al capricho de
fuerzas ciegas y deshumanizantes.
Si sigue siendo válido aquello de más vale
prevenir que curar, los buenos libros nos ahorrarán mares de
lágrimas. Y les harán descubrir, a tantos niños y jóvenes
especialmente, el verdadero e inapelable sentido de la vida. Claro
está que, para ello, debe redescubrirse el valor del silencio; en
donde se nutre y se juega la gran batalla de la Verdad.
Sin entrar en dialécticas ni descalificaciones en
bloque, no dudamos en alzar nuestra voz de alarma ante tanta
masificación digital que, con celulares y otros dispositivos
móviles, está convirtiendo a países enteros en rejuntes de
esclavos. De los esclavos más esclavos, que ni siquiera luchan por
la libertad, porque creen estar disfrutándola a pleno.
Frente a este realista panorama, bien vale cantar
las cuarenta, en estos cuarenta años de la Exposición del Libro
Católico; un vivificante espacio para recrear el alma. Algo así
como una patriada de los últimos mohicanos que, gracias a
Dios, y pese a tantas emboscadas de propios y extraños, se resisten
a una rendición incondicional. ¡Que puedan seguir por muchísimos
años, con el combate, es nuestro ferviente deseo! Solo seguirán
cosechando enemistades, ingratitudes, indiferencias, hostilidades y
desprecios. Y, por supuesto, algún que otro reconocimiento…
No habrán de bajar, ni mucho menos, los brazos por
ello. Como católicos bien formados saben bien que ningún discípulo
es superior al Maestro (Mt 10, 14). Y que solo el Maestro es la única
y última Palabra. Aquella Palabra que nos hace plenamente cultos, y
verdaderamente libres…
Pbro. Christian Viña
(Párroco de las Parroquias Sagrado Corazón de Jesús y
Santos Mártires Inocentes, de Camabaceres (Ensenada).
Responsable de la Oficina de Prensa del Arzobispado de La Plata)
(Párroco de las Parroquias Sagrado Corazón de Jesús y
Santos Mártires Inocentes, de Camabaceres (Ensenada).
Responsable de la Oficina de Prensa del Arzobispado de La Plata)
LA PLATA, 11 de Mayo de 2016.
Día del Himno Nacional Argentino;
bellísima página de cultura y Patria.
Día del Himno Nacional Argentino;
bellísima página de cultura y Patria.
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(1) Escrito por solicitud del Comité Ejecutivo de la Exposición del Libro Católico.
(1) Escrito por solicitud del Comité Ejecutivo de la Exposición del Libro Católico.
El Pbro. Christian Viña, firma ejemplares de su libro "Católico, periodista y...sacerdote", presentado en la XXVI Exposición del Libro Católico (Bs. As., 2014) |
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