sábado, 14 de mayo de 2016

40º ANIVERSARIO DE UNA FECUNDA OBRA DE APOSTOLADO (por Alfonso W. Carreira)

Alfonso W. Carreira junto a Manuel Outeda Blanco en la XXIV Exposición del Libro Católico (Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea- Bs. As., 2012)


La celebración en este 2016 de los 40 años de vida de la denominada “Exposición del Libro Católico” no puede menos que inspirarme a dedicarle un especial reconocimiento personal por la extraordinaria tarea espiritual que influyó en la formación de nuestras comunidades dependientes de la Iglesia Católica. 
Tuve el insigne privilegio de acompañar el nacimiento de esta obra apostólica desde sus primeros pasos dados en Villa Ballester en el año 1976, y que promoviera el joven Manuel Outeda, diligente socio de la Acción Católica. Y por cierto que tales primeros pasos de esta obra no tenían previstos la trascendencia que hoy día ha tenido esta iniciativa de aquel entonces.
En esos momentos de la vida religiosa, el espíritu de apostolado que animaba a la Acción Católica era una general inquietud y motivaba estas obras de formación de verdaderas conciencias cristianas. Y estas inquietudes de apostolado incluían no solo la lectura de las tradicionales obras de la literatura espiritual si no que también las publicaciones periodísticas populares que ya habían surgido y que obviamente por los temas de actualidad que trataban debían ser difundidas diríamos masivamente. En aquel entonces estas publicaciones, que eran semanales o mensuales, permitían a los creyentes estar permanentemente al día de tantos problemas que afectaban su fe.
No creo del caso citar el nombre d e esas publicaciones que ya no existen y que por cierto serán aún recordadas por muchos de nosotros. Actualmente hay una conocida publicación semanal de amplia difusión. Y que me consta, y lo digo con dolor, que muchas comunidades cristianas en vez de difundirlas entre sus fieles para su debida formación espiritual más bien la ignoran. Una lamentable indiferencia religiosa.
En estos 40 años esta obra de la “Exposición del Libro Católico” tiene también el de haber concentrado a su alrededor las mayores personalidades y los más activos dirigentes de la Iglesia. Una tarea que permitió formar como una familia a su alrededor y por ende todos unidos en el mismo ideal de difundir la palabra de Dios, especialmente por la difusión de los buenos libros y unir a sus seguidores en un común ideal de vida. 


No puedo menos que aprovechar esta circunstancia del tema que nos ocupa para referirme a un aspecto tan esencial del apostolado de la Iglesia como es el de difundir los libros de formación de una auténtica vida cristiana. Me tocó vivir en una época muy especial del resurgimiento de conocidas editoriales. Unas dedicadas a la impresión y difusión de todo tipo de libros de formación espiritual y otras a la de revistas, semanales o mensuales. Y debo omitir sus nombres para evitar involuntarias omisiones. Y hoy lamentablemente todas esas publicaciones desaparecieron originando un gran vacío en la formación de nuestros cristianos de hoy día. Un solo semanario puede considerarse en estos momentos como con cierta difusión en nuestros ambientes religiosos. Un evidente contraste evidentemente entre aquella floreciente época a partir del Congreso Internacional Eucarístico de octubre de 1934 y hasta principios de este siglo. 
Y para mayor ilustración, me permito comentarles algo de mi vida personal que considero muy ilustrativo por lo que expongo aquí. Lo primero que desde 1934 tuve la dicha de estar al lado del P. Edmundo Vanini, mi párroco de Na.Sra. de la Guardia, de Florida. Y que sobre la vida de este santo sacerdote escribí su biografía. Solamente un ejemplo del interés de este conocido sacerdote mariano de aquel entonces, por la difusión de la palabra de Dios. Siendo yo Delegado de Aspirantes, éstos como una de sus principales actividades era el de vender libros a la salida de las Misas, y al lado de una estantería donde eran expuestos. Otra iniciativa era de ir por las calles ofreciendo en los domicilios esos libros y los que más podían interesar por sus llamativos temas. Aclaro que el P. Vanini pasó a desempeñarse en la Parroquia de la Inmaculada, de Morón, en el año 1942 y donde hizo resurgir la devoción a Na. Sra. del Buen Viaje, hoy tan popular.
Con mi afectuosa y fraternal adhesión a esta obra del amigo Manuel Outeda, para quien le pido al Señor lo siga sosteniendo y animando en esta obra apostólica de tan alto significado espiritual para la formación de verdaderos cristianos, y por ende de su mayor gloria, también le pido que despierte en nuestras comunidades este fundamental apostolado de la difusión de los libros sagrados, de los formativos de conciencias y revistas que muchas veces con mucho sacrificio son impresos y difundidos.
Alfonso W. Carreira

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