sábado, 14 de noviembre de 2020

RECUERDOS QUE CONSAGRAN VIVENCIAS (por Miguel Ángel Villarruel, Locutor Nacional)

Miguel Ángel Villarruel, locutor nacional

Remontarme hoy a los comienzos de la Exposición del Libro Católico, me despierta una emoción muy placentera, mezcla de nostalgia y alegría, que solo pueden provocar protagonistas y hechos que dejaron huellas en mi mente y en mi corazón.
 
Hace algo más de 40 años, ingresé al grupo juvenil de la Parroquia Nuestra Señora de Luján de la localidad de San Andrés, perteneciente a la Diócesis de Gral. San Martín. Al poco tiempo de esto, en una reunión grupal de catequistas, recibimos la visita de Manuel Outeda Blanco, un joven integrante de la A.C.A. (Acción Católica Argentina), que venía a compartirnos información de la institución a la que pertenecía y a formularnos una invitación para participar de una actividad cultural, innovadora en su género y sumamente interesante. Demás está decir, que se evidenciaba, ya desde aquel momento, su interés y compromiso por la difusión de la Fe católica y los valores cristianos. En esa ocasión, pude tomar conocimiento que Manuel había iniciado y concretado un emprendimiento único y primogénito en su género específico; acababa de fundar junto a un equipo de notables colaboradores, “La Exposición del Libro Católico”. 
 
A partir de este hecho, comienza a transitarse un derrotero que ha contribuido a través del tiempo y hasta el día de hoy, con una clara y manifiesta profundización de los valores humanos / cristianos, en las familias de la sociedad Argentina. Esta realidad, motorizó y le permitió cobrar protagonismo a una cuantiosa y cualitativa red de medios gráficos y editoriales católicas. El libro católico, al alcance de todos, cobró relevancia con sus contenidos sustanciosos para todas las edades; géneros y relaciones parentales; convirtiéndose en compañía física y espiritual para todas las almas sedientas de valores vivificantes. 
 
El tiempo transcurrido y la permanente presencia viva; activa y convocante de cada una de las exposiciones del Libro Católico, son el testimonio más claro y contundente, de que la voluntad amorosa de Dios, volvió a regalarnos una nueva oportunidad para abrazarnos a la Fe con mayor intensidad y para poder desarrollar nuestra espiritualidad en profundidad, bondades estás, totalmente aplicables a la rutina de cada persona y al conjunto de circunstancias más diversas de la vida social. “Una caricia del creador, que apacigua y entibia el alma de sus creaturas”. 
 
Basta recorrer memorística o documentalmente la trayectoria que ha tenido esta iniciativa, para constatar y valorar una vez más, el aporte incondicional y sustantivo que viene haciendo efectivo desde hace más de 45 años, inicialmente en Villa Ballester, partido de Gral. San Martín; trasladándose posteriormente a la ciudad de Buenos Aires y ampliando su horizonte desde el año 1998, desde la ciudad de La Plata. Hablar de esta cantidad de años de permanencia coherente y destacada en un mercado cultural que habita en una sociedad tan cambiante e impredecible como la nuestra, nos podría conducir en primera instancia, a concluir que se trata de un relato de ciencia ficción, pero gracias a Dios y al “espíritu inquieto”, como decía San Agustín, de un grupo de almas generosas y dotadas de un nivel de empatía significativo, la única conclusión posible, es que el éxito es una realidad que ha cobrado materialidad en cada realización de la exposición del Libro Católico, trascendiendo intelectual y germinando en los corazones de las familias lectoras, como expresión amorosa. 
 
Desde hace muchos años a esta parte, jóvenes de todo el País, tienen la oportunidad de participar protagónicamente en los concursos literarios que organiza la Exposición del Libro Católico. Esta modalidad participativa la propuso en el año 1994 el Cardenal, Antonio Quarracino, quien alentó y promovió con profundo espíritu entusiasta, desde siempre, el desarrollo de esta idea, obteniendo una pronta y concreta respuesta, la que se denominó “Faja de Honor, P. Leonardo Castellani”, premio que se otorga al mejor libro editado el año anterior, en este caso, destinado a estudiantes de primaria y secundaria. Se incorporó además, el certamen literario, “Antonio Quarracino”, en esta ocasión, para los jóvenes de 4º y 5º año del ciclo secundario. No cabe duda que son estas, muestras fidedignas, una vez más, de Fe; trabajo; coherencia; decisión; valores; compromiso; amor y logros, entre otras virtudes. 
 
Otra de las iniciativas que se llevaron a cabo, para el público en general, han sido la publicación anual gratuita de la Feria del Libro Católico, que es la revista “El buen libro …..”; con notas de interés y entrevistados del mundo cultural en general; religioso y seglar. Se han incorporado, además, eventos culturales; muestras artísticas, coronándose entre la serie de reconocimientos de índole cultural, con la entrega del máximo galardón, que es la estatuilla “P. Leonardo Castellani”, destinada para aquellas personas que se hayan destacado en actividades intelectuales, complementadas con la presentación de una importante producción bibliográfica. 
 
En resumen, me enorgullece como hombre de Fe comprometido con los valores cristianos y ciudadano común, poder acompañar y disfrutar en el transcurso del tiempo, el desarrollo y crecimiento constante del sueño de aquel muchacho de barrio, que supo darle forma y estilizarla desde los valores cristianos, a una corazonada que oportunamente escuchó y recreó desde el Amor más genuino inspirado por Dios. 
 
La Exposición del Libro Católico: “Una iniciativa que más allá del precio de un ejemplar, instaló el concepto de valor en la totalidad de los ejemplares literarios, lo cual no tiene precio”. 
 
Mis oraciones por la continuidad y éxitos permanentes y profundo agradecimiento por los frutos tan nutritivos para el espíritu que podemos cosechar en cada encuentro. 
 
Hasta siempre; que Dios los Bendiga.

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