domingo, 28 de mayo de 2017

LAS BODAS DE RUBÍ DE LA EXPOSICIÓN (Dr. Pedro Luis Barcia)

El Cardenal Antonio Quarracino, Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, junto al Dr. Pedro Luis Barcia, Presidente de la Academia de Letras (sosteniendo un cuadro del poeta argentino, Francisco Luis Bernárdez) y el Sr. Manuel Outeda Blanco, Fundador y Presidente de la Exposición del Libro Católico.

LAS BODAS DE RUBÍ DE LA EXPOSICIÓN

                                                                       Por Pedro Luis Barcia

   La Exposición del Libro Católico cumple sus primeros 40  años: las bodas de rubí, entre las argentinas y las áureas. En la simbología popular, el rubí es la piedra que  protege contra la desgracia y da salud: la  Exposición está más vital que nunca;  es signo del éxito, y esta feria libraría ha ido creciendo en excelentes resultados vitalizándose con los años, y, finalmente, es cifra de   amistad, y la mano abierta de este encuentro ratifica la callida iunctura  de los hombres y los libros. 

   Recuerdo mis años de adolescencia en la Acción Católica. Cumplíamos  tres funciones: verdadera acción social (ayudábamos a construir  ranchos en Barrio Franco, jugábamos al futbol los domingos con los presos,  y llevábamos aportes los sábados al Asilo de Ancianos), leíamos libros seleccionados y discutíamos largamente sobre lo leído, en reuniones y en campamentos. En una de las lecturas recomendadas,  un libro de Thiamer Thot,  leí por vez primera la frase “el apostolado del libro”. Pero hallé plena semántica para ella cuando conocí la Exposición  del Libro Católico en Buenos Aires. Es una ocasión en que cada visitante, si agudiza el oído, puede escuchar la voz insinuante  y cantarina que le reitera: “Tolle, lege”, como en el bosque oyera san Agustín y fuera el estribo de su conversión. 

   Los edificios tienen atlantes que le sostienen los arcos y artesonados, la Exposición lo tiene a Manuel Outeda Blanco y a su aguerrido equipo que han sido, muchas veces  en soledad,  la única fuerza animadora de esta larga vida. Lucharon no solo contra viento y marea, que es buena pelea, sino contra la indiferencia y el silencio de muchos clérigos y clericalla locales, que es desgraciada labor. En  tanto llegaban las notas gratulatorias del cardenal Poupard  y  de los Pontífices, ellos siguieron, como en un gran mecano, año a año construyendo y desconstruyendo este hogar vivo que alberga a más de 10.000 volúmenes en oferta generosa y única  en nuestro país  y en los vecinos. El querible, chacotón y sabio cardenal Antonio Quarracino, supo insuflarle ánimo y trascendencia a la tarea apostolar de Manuel y su compaña. Luego, por acción de Monseñor Aguer, la Exposición se expandió en  edición platense, que ha continuado fructuosa con  los años.

   Recuerdo cuando Manuel había logrado imprimir, a manera de estampa, una imagen de la Virgen con el Niño en brazos y un libro en que lo iniciaba en la lectura. Y rememoro cómo la autoridad eclesial de turno  desaprobó aquella imagen porque se veía  un libro y no un rollo, al uso hebreo. La erudición secaba el ánimo artístico, de  profundo anacronismo. Y decidió el varón mitrado que no se distribuyera. Obedientes literales de la orden, dejamos las pilas de estampas en las mesas y el público supo llevárselas consigo por  hallarles sentido. Luego, Alba Blotta plasmó la hermosa imagen en una escultura coloreada que sigue presidiendo la Exposición.

    En mis viajes por Europa, me dediqué a recoger cuadros de Vírgenes con libro (y no rollos, que no encontré ninguna), hasta llegar a las sesenta reproducciones del arte de todas las épocas. Era una manera de decirnos “No estábamos desacertados, pese al anacronismo”. Debería editar un libro con ese material, en homenaje a esta labor impar que se nos regala anualmente.   

   Cuántos secretos encuentros, cuantas soluciones a vidas,  orientaciones para el descarrío, iluminaciones para problemas de toda índole, cuanto acompañamiento para las personas en soledad, ofrece caritativamente  este cuerno de Amaltea que es la Exposición. Entre otros orgullos, los argentinos sepamos tener  el orgullo de esta Exposición del Libro Católico.

El Cardenal Antonio Quarracino, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, saluda al Dr. Pedro Luis Barcia, Presidente de la Academia Argentina de Letras. Los acompañan, el Sr. Manuel Outeda Blanco, Fundador y Presidente de la Exposición del Libro Católico, el Ing. Mario Francisco Abal y la Prof. María del Carmen Abal de Gardey, del Centro de Profesionales de la Acción Católica "Santo Tomás de Aquino"

 
El Dr. Pedro Luis Barcia junto al Arzobispo Coadjutor de La Plata, S.E.R. Mons. Héctor Aguer y el Fundador y Presidente de la Exposición del Libro Católico, Manuel Outeda Blanco al finalizar el acto inaugural de la XI Exposición del Libro Católico (Centro Cultural Padre Federico Grote, año 1999)


 
El Dr. Pedro Luis Barcia junto al Arzobispo de La Plata, S.E.R. Mons. Héctor Aguer, el Fundador y Presidente de la Exposición del Libro Católico, Manuel Outeda Blanco y el grupo de colaboradores scouts en la II Exposición del Libro en La Plata (Centro Cultural Pasaje Dardo Rocha, año 2000)


 
El Dr. Pedro Luis Barcia junto al Arzobispo de La Plata, S.E.R. Mons. Héctor Aguer en la III Exposición del Libro Católico en La Plata(Centro Cultural Pasaje Dardo Rocha, año 2001)

 
El Dr. Pedro Luis Barcia, recibe la Estatuilla "Padre Leonardo Castellani" de manos del Arzobispo de La Plata, S.E.R. Mons. Héctor Aguer y del Fundador y Presidente de la Exposición del Libro Católico, D. Manuel Outeda Blanco (IV Exposición del Libro Católico en La Plata, Centro Cultural Pasaje Dardo Rocha, año 2002)

 
El Dr. Pedro Luis Barcia en el acto inaugural de la XV Exposición del Libro Católico (Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea-, año 2003)












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