lunes, 9 de octubre de 2017

VIRGEN CON LIBRO: Arte Sacro -

Deseamos compartir varias imágenes de la Santísima Virgen donde se la encuentra con un libro.

Esta iniciativa se la debemos y agradecemos a la Prof. María Elena Vigliani de La Rosa, quien se ha dedicado a recopilar las primeras imágenes que compartimos.

Agradecemos la dedicación y compañía de la Prof. María Elena Vigliani de La Rosa, miembro de jurado del Certamen Literario Católico Nacional "Cardenal Antonio Quarracino".

De "Las muy ricas horas del Duque de Berry"





De "Las muy ricas horas del Duque de Berry"

Manuscrito iluminado más importante del siglo XV. Fue encargado por Jean, duque de Berry hacia 1410 y realizado por el taller de los hermanos Limbourg.


Contiene 206 folios. La mitad de sus páginas están totalmente iluminadas, y han sido consideradas unas de las mejores representaciones de la pintura gótica internacional, a pesar de su pequeño tamaño (294 x 210 mm). Tiene 131 miniaturas, 300 letras capitales doradas y 1800 cenefas doradas.
 

Aparte de las ilustraciones de salmos, tiene un calendario, con representaciones de los distintos meses del año y las labores, generalmente agrícolas, que en cada uno de ellos se realizaban.


De "Las muy ricas horas del Duque de Berry"

Manuscrito iluminado más importante del siglo XV. Fue encargado por Jean, duque de Berry hacia 1410 y realizado por el taller de los hermanos Limbourg.


Contiene 206 folios. La mitad de sus páginas están totalmente iluminadas, y han sido consideradas unas de las mejores representaciones de la pintura gótica internacional, a pesar de su pequeño tamaño (294 x 210 mm). Tiene 131 miniaturas, 300 letras capitales doradas y 1800 cenefas doradas.
 

Aparte de las ilustraciones de salmos, tiene un calendario, con representaciones de los distintos meses del año y las labores, generalmente agrícolas, que en cada uno de ellos se realizaban.


De "Las muy ricas horas del Duque de Berry"

Manuscrito iluminado más importante del siglo XV. Fue encargado por Jean, duque de Berry hacia 1410 y realizado por el taller de los hermanos Limbourg.




De "Las muy ricas horas del Duque de Berry"

Manuscrito iluminado más importante del siglo XV. Fue encargado por Jean, duque de Berry hacia 1410 y realizado por el taller de los hermanos Limbourg.






















Fra Angelico




"La Anunciación" (v. 1430). Fra Angelico. Museo de San Marco. Florencia. 


"La Anunciación" (en italiano, Annunciazione). Fra Angélico. (1437-1446)
Museo Nacional de San Marcos, Florencia.




Allessandro Botticelli





La Virgen del Magnificat. Alessandro Botticelli. 1481.
Galería de los Uffizi, de Florencia (Italia).


 
La Virgen del Magnificat. Alessandro Botticelli. 1481.
Galería de los Uffizi, Florencia (Italia)

La Virgen del Magnificat. Alessandro Botticelli. 1481.
Galería de los Uffizi, Florencia (Italia).


























La Virgen del Magnificat (Detalle). Alessandro Botticelli. 1481.
Galería de los Uffizi, de Florencia (Italia).

Virgen del libro (en italiano, Madonna del libro). Alessandro Botticelli. (h.1480-1482)
Museo Poldi Pezzoli de Milán.

Detalle Virgen del libro (en italiano, Madonna del libro). Alessandro Botticelli.
(Hacia 1480-1482) Museo Poldi Pezzoli de Milán.

  

Simone Martini

 
La Anunciación o Altar Orsini es un díptico obra del pintor italiano Simone Martini.
Está realizado en temple sobre madera, y fue pintado en 1333. (Museo Real de Amberes

La Anunciación o Altar Orsini es un díptico obra del pintor italiano Simone Martini.
Está realizado en temple sobre madera, y fue pintado en 1333. (Museo Real de Amberes


La Anunciación o Altar Orsini es un díptico obra del pintor italiano Simone Martini.
Está realizado en temple sobre madera, y fue pintado en 1333. (Museo Real de Amberes)

La Virgen Anunciada. Simone Martini.
(parte de un políptico). Museo Real de Amberes.

"Sagrada Familia". Simone Martini. 1342.
Museo Walker Art Gallery, Liverpool.



Raffaello Sanzio


 
"Pala Ansidei". Raffaello Sanzio .1505.
Galería Nacional de Londres

"La Virgen del jilguero". Rafael Sanzio. Hacia 1506.
Galería Uffizi de Florencia, Italia.



Pietro Perugino



"L'Annunciazione di Fano" Pietro Perugino.
Iglesia de Santa Maria Nuova, Fano.


Bernardo Strozzi

 
La Anunciación, Bernardo Strozzi, 1640.
Museo de Budapest.


El Greco

"La Anunciación". El Greco. (c. 1630)
Museo de Bellas Artes. Budapest.

Carlo Crivelli

La anunciación, Carlo Crivelli. 1486


Dieric

 
"Anunciación" - Dieric.
Galería Nacional de Londres

 

Jan van Eyck

"La Anunciación". Jan van Eyck. 1434.
Galería Nacional de Arte de Washington D. C.


Petrus Christus

The Annunciation. Petrus Christus (c. 1450).
Metropolitan Museum of Art. New York

Miguel Ángel Buonarroti

"La Madonna de Manchester" es un temple inacabado pintado
sobre la mesa atribuido al joven Miguel Ángel Buonarroti,
que se remonta a 1495-1497 y se mantiene
en la Galería Nacional de Londres

Robert Campin

"La Madonna del parafuoco". Robert Campin. (c. 1430).
Galería Nacional de Londres





viernes, 6 de octubre de 2017

40° ANIVERSARIO DE LA EXPOSICIÓN DEL LIBRO CATÓLICO (por la Prof. María Elena Vigliani de La Rosa)


La celebración de los cuarenta años de la Exposición del Libro Católico es también la de la siembra bien hecha; siembra de doctrina, de valores, de fe y de iluminada esperanza basada en el conocimiento.

Entre las muchas actividades y capítulos que alentaron el Dr. Manuel Outeda Blanco y la institución toda, presidida por él, cabe ponderar la propuesta del Certamen Literario Católico Nacional “Antonio Quarracino” que, desde hace veintitrés años, convoca y estimula a competir a jóvenes de los dos últimos años del ciclo secundario y de segundo y tercero del polimodal. El tema del escrito que concursa gira siempre en torno al tesoro de buen libro y del Libro de los libros, y debe concordar con las orientaciones del Magisterio de la Iglesia Católica.

Alumnos premiados en el
XXII Certamen Literario Católico Nacional
"Cardenal Antonio Quarracino"
2016
Desde sus comienzos me ha tocado el honor y el júbilo de formar parte del jurado de selección de los premios de este certamen, junto a la licenciada María Luisa Olsen de Serrano Redonnet y al Dr. Jorge Ferro. Cuando partió esa gran maestra de la Literatura que fue María Luisa, continuamos con Jorge Ferro y con la profesora Susana Marta Campos. Ya amigos en las conversaciones de evaluación, en la mirada detallista y el alborozo frente a los textos de los jóvenes, disfrutamos año a año el diálogo sobre las ocurrencias y talentos de los alumnos.

En el concurso literario existe un juego de compensaciones entre el tedio de las abundantes lecturas selectivas y ese juego de muñecas rusas que es meter el alma propia en otra alma consonante que nos confía su escrito y a la vez se ha nutrido en las intuiciones de valiosos autores. Si bien la mayor parte de las monografías son ensayos, aparecen aquí y allá poesías o cuentos de precoces autores. En esos géneros, los adolescentes se animan a la esperanza de vencer la página en blanco, de recrear su mundo interior, y el mundo de afuera, y ese otro, el prometido. ¡Alegría de ver cómo, mediante la lectura intensa y el oficio de la palabra, se modelan esos espíritus adolescentes, que suelen ser convulsos! El magma de emociones, de contradicciones y la inseguridad se encauzan en la postulación y afirmación de valores! Desde el silencio necesario, perseverante, de la escritura -- tan raro en nuestros días-- sacralizan lo cotidiano y se comprometen con lo trascendente. En el generalizado panorama de una ética coloidal, bien, verdad, y belleza pasan a ser conducto y meta.

Otra compensación gozosa se da en la evidencia de la buena pedagogía de muchos profesores de Literatura y Catequesis que capacitan a los alumnos partícipes. Se percibe esta formación en las fundamentaciones de las consignas prefijadas, en la progresión temática, en la coherencia y el cuidado idiomático de los escritos. Muchas veces sorprende la calidad de los textos. Detrás de estos ensayos se descubre el aliento de familiares y educadores que conducen la propensión juvenil a la creatividad, la pasión y el idealismo, por el camino del estudio, de la fe y de la literatura.

El Papa Juan Pablo II, en su mensaje del 24 de enero de 2004, cita al evangelista Mateo, cuando expresa que “de la abundancia del corazón habla la boca” y agrega que “La estatura moral de las personas crece o disminuye según las palabras que pronuncian y los mensajes que eligen oír”.

La exposición del Libro Católico y el certamen literario han encarnado este mensaje y prestigian la dimensión moral del empleo de la palabra que hace a nuestra ética de la libertad y de la responsabilidad.

Prof. María Elena Vigliani de La Rosa
Jurado del Certamen Literario Católico Nacional
“Cardenal Antonio Quarracino”

REMEMORANDO LA EXPOSICIÓN DEL LIBRO CATÓLICO (por Rodrigo Barzola)


Por aquel año, cuando conocí la exposición, me encontraba trabajando en el lugar donde se realizaba, responsabilidad que me ha permitido ver un antes y un después de esta misma, pudiendo observar hasta el último detalle, como también conocer a los colaboradores y personajes de distinción que transitaron por está; hasta nuestra excelentísima santidad, a quien en ese momento me lo presentaron como Jorge Bergoglio. Pero esto solo lo digo como referencia y así poder dar mi testimonio, ya que lo que estoy por contar es simplemente mi humilde observación.

El armado de los estantes fue algo magnifico y fugaz, lo realmente difícil fue colocar cada libro en su lugar, pero para ello estaba esa bella persona que lo tiene todo calculado en su cabeza, la colaboradora principal del señor Manuel, Mabel Radis. Hoy, a la distancia la siento una amiga y para ser sincero, a la que le tengo un gran cariño, ella se encarga de este y otros varios trabajos, junto al gran equipo de colaboradores que posee el ya mencionado presidente de la exposición del libro católico. Es algo muy importante la labor que realiza este equipo, ubicando, organizando y dejando todo en su lugar.

Este evento es de suma importancia para la comunidad, siendo el mismo abierto y gratuito, como también dando la posibilidad a los escritores de ser distinguidos, reconocidos, invitados a trascender bajo el lema del buen libro y promover la buena escritura.

Recuerdo haber recibido de la mano de los escritores sus pequeñas creaciones con la esperanza de ser galardonados por el comité ejecutivo de la exposición, quienes toman su trabajo con enorme responsabilidad, aunque esto solo es un aspecto de esos quince días en que la exposición se encuentra abierta, porque existe una gran apertura de la misma, seguido de muchos expositores, personajes renombrados e importantes recorriendo los pasillos llenos de libros, como también muchos chicos de distintos colegios visitando y conociendo una experiencia distinta en estos tiempos en los que todo es tecnología, y no digo esto como una mala crítica hacia la tecnología, solo es que soy de esas personas que disfrutan tener un buen libro en la mano, aún recuerdo mis primeros libros, aquellos que me mostraron experiencias increíbles y despertaron los sentimiento más bellos en mí. Es por esto y por mucho más que creo en lo importante que es la labor de este gran equipo para que esa continuidad se prolongue en el tiempo y lo han hecho muy bien, ya que han pasado muchos aniversarios y contando.

Solo tengo palabras de agradecimiento para todas y cada una de esas personas, esas que hacen cosas buenas para que nos pasen cosas buenas, este mundo y sobre todo en estos tiempos debemos celebrar las cosas buenas, a las personas buenas y es por ello que los abrazo con el mejor de mis sentimientos…


Rodrigo Barzola

UNA AVANZADA PRESENCIA INTELECTUAL DEL PATRIMONIO CATÓLICO ARGENTINO (por el Pbro. César Salvador Sturba)


El Pbro. César Salvador Sturba concelebra la Santa Misa de Clausura de la XXIII Exposición del Libro Católico presidida por el Cardenal Jorge Mario Bergoglio S.J. -HOY PAPA FRANCISCO- (Capilla Santa Teresita del Niño Jesús, Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea- 20011)
En estos cuarenta años de trabajo ininterrumpido, tanto en el orden de la Ciudad Autónoma de Buenos, Aires, como en la Ciudad de La Plata y en otras ciudades de nuestro país, como San Martín, Pcia. de Buenos Aires, la Exposición del Libro Católico ha sido una avanzada presencia intelectual del patrimonio católico argentino, con la competencia que siempre ha caracterizado su trabajo cultural.

No me son ajenos los inconvenientes y circunstancias adversas que ha tenido que sortear, con inmensa ayuda de la Divina Providencia y de la Santísima Virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora del Libro, para mantener su presencia en el ámbito cultural de nuestro medio. Pero también debemos subrayar el gran apoyo que les han brindado eminentes pastores de la Argentina, como el Cardenal Antonio Quarracino, de feliz memoria; el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, actual Sumo Pontífice de la Iglesia Católica; S.E.R. Mons. Héctor Aguer, S.E.R. Mons. Antonio Juan Baseotto, y personalidades muy destacadas del espacio intelectual católico.

Lo que más sobresale es la perseverancia en la tarea, siendo muy fiel al Magisterio de la Iglesia para difundir el buen libro, a fin de que la Buena Nueva de la Evangelización llegue a todos los lugares de nuestra patria.

Siempre me admiró la apertura que ha tenido la Exposición hacia los alumnos de todos los niveles educativos, recibiendo la visita de los mismos, y facilitando la participación de todas las personas interesadas, de toda edad y condición social, atendiendo muy especialmente a los más carenciados.

Pero no solamente es admirable la exposición en sí misma, que permitió la consulta y adquisición de material bibliográfico católico de las más diversas especialidades y disciplinas, sino también las conferencias organizadas que facilitaron la participación del público en los temas de mayor actualidad con repercusiones en la moral social y en la fe de tantas generaciones.

Tengo que agradecer al Sr. Presidente del Comité Ejecutivo del Libro Católico, D. Manuel Outeda Blanco que me permitiera participar en las celebraciones eucarísticas, en las conferencias y demás eventos relacionados con la Exposición del Libro Católico. Ruego a Nuestra Señora del Libro, cuya oración rezo muy a menudo, que siga acompañando con su presencia maternal esta gran obra del laicado católico argentino. He recibido sin merecerlo, la estatuilla de la Virgen del Libro, que venero con personal solicitud. Le agradezco al señor Manuel Outeda Blanco que me la haya otorgado.

Y hago votos para que la Iglesia siga contribuyendo con su apoyo a esta tarea evangelizadora laical, que es admirable por su trascendencia y testimonio de la fe católica a través de cuatro décadas.

Reciba mis mejores saludos y deseos para que continúe la obra que Ud. realiza, como así también mis humildes oraciones para su bienestar personal y del equipo de excelentes personas que lo acompañan.

P. César Salvador Sturba
Notario de la Arquidiócesis de Buenos Aires

*************
El Pbro. César Salvador Sturba y la Exposición del Libro Católico:
El Pbro. César Salvador Sturba - autor de la
(inspirado en la pintura de Virgen con libro de Alessandro Boticelli)





IX Exposición del Libro CatólicoCentro Cultural Padre Federico Grote - 1999












 XIII Exposición del Libro Católico Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea- 2001


Santa Misa de Clausura de la
XV Exposición del Libro Católico Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea- 2003





Santa Misa de Clausura de la
XXI Exposición del Libro Católico Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea- 2009

XXIII Exposición del Libro Católico Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea- 20 
XXIII Exposición del Libro Católico Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea- 2011 
XXIII Exposición del Libro Católico Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea- 2011 

XV DIAS DE GLORIA (por Rodrigo Barzola)

Manuel Outeda Blanco, Francisco D'Aquino, Rodrigo Barzola, miembros del Centro de Profesionales de la Acción Católica "Santo Tomás de Aquino" y equipo de colaboradores de la XV Exposición del Libro Católico 2003



Sumergido en un mar de recuerdos, no puedo pasar por alto el mes de septiembre del año 2003, en el cual lo terminé de conocer... 
 
En realidad todo comenzó el primer día del mes de marzo de este mismo año, cuando en la empresa en la cual estaba cumpliendo una suplencia, me llamaron y confirmaron un puesto efectivo en la misma, como guardia de seguridad, en el edificio de la calle Sarmiento. Este era una estructura enorme y muy bella, pero no solo por su arquitectura, sino por su verdadera historia. Había sido inaugurado en el año 1932, por Monseñor Miguel de Andrea, para ser la sede central de la Federación de Asociaciones Católicas de Empleadas, obra que él mismo fundo en el año 1922. Un verdadero prócer, que adelantándose a su época, protegió a muchas generaciones de mujeres trabajadoras.

Mis primeros días eran de reconocimiento de rostros, ya que mi trabajo dependía de no dejar ingresar extraños. Pasando los días, comencé a escuchar sobre “La Exposición del Libro Católico” algo totalmente desconocido en mi vida diaria. El Sr. Francisco (compañero de trabajo), una persona mayor, con sus canas bien puestas por los años, con sus bigotes, sus ojos celestes, a veces claros y otras oscuros, con su suave andar de muchas décadas, no me gustaría precisar cuantas, pero puedo decir que toda una vida de servicio a esta institución lo convirtieron en uno de los pilares que aún sostiene aquella hermosa obra. Entre sus anécdotas me comentó sobre ese evento extraordinario, ¿cómo imaginar algo nunca visto por mis ojos?. También llego a contarme sobre el fundador y presidente de dicho evento, un señor, llamado Manuel, que nombrado así, no pasaba de ser un nombre más. Un buen día, si mal no recuerdo en el mes de julio, me encontraba sentado enfrente de mi escritorio y logro divisar que una de las hojas de la puerta anterior a la mía se abre dejando ver a un señor de traje, corbata y un maletín de cuero. En primera instancia pensé ¿Qué quería aquel hombre?, cuando abrí la puerta, me estrecho la mano y dijo con voz de mando, su nombre y apellido, prosiguió diciendo que buscaba al Sr. Francisco, el cual estaba viniendo muy sonriente detrás de mis espaldas, supuse que había reconocido la voz de aquel extraño, se estrecharon las manos muy cordialmente, se preguntaron por sus queridos y como si fuera un acto reflejo, indagó por el antiguo vigilante y quiso saber de mí. Su siguiente acto fue mirarme como para hallar algún defecto, no quise ser menos y también comencé a observarlo, era un hombre de robusta figura, su altura aproximada era de un metro ochenta, su pelo corto y oscuro, su barba candado con algunas canas, lo cual dejaban ver que era un hombre maduro y una intensa inquietud en sus movimientos, lo que revelaban sus muchas obligaciones. No quiero dejar pasar su correcta forma de hablar, que obviamente indicaba su trato con gente importante, tal vez mucho más que él. Luego de visitar a las autoridades se retiró con una sonrisa y saludando cordialmente tanto a Francisco como a mí.

Algunos días después conocí a la señorita Mabel, secretaria y persona de confianza; luego al señor Martín, principal colaborador. Ambos excelentes personas y con las que adquirí confianza inmediatamente. Los días fueron pasando entre charlas, mates, libros y el armado correspondiente, hasta el glorioso primer día de septiembre, fecha que inauguraba la exposición y así logramos conseguir una ligera confianza entre todos nosotros, debo confesar que con el Sr. Manuel coincidíamos en muchas charlas.

Inauguración de la XV Exposición del Libro Católico
Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea- 2003
El acto de apertura estaba sobre la hora, hasta entonces había ingresado un importante número de personas, inclusive las autoridades de la casa. Yo, como guardia de seguridad, debía estar muy atento, aunque contaba con la colaboración del antiguo guardia, que recorría el lugar mientras yo me quedaba en mi puesto recibiendo a la gente. El brillo de mis ojos era increíble, al ver semejante movilización de personas del ámbito religioso, político y demás, aunque mi trabajo no me dejaba apreciar tanto esplendor de tan dichoso día. Fueron transitando por allí colegios, escritores y grandes personalidades. Paso a paso logramos crear un vínculo de confianza que me permitió conocer a su familia, a la cual tomé con respeto mucho cariño.

Con el transcurso de los días tuve la oportunidad de conocer a grandes seres humanos que fueron pasando por allí, dando sus conferencia y lo que me sorprendía más era su conformidad hacia mi desempeño en el cumplimiento de mis tareas, muchos amigos de él mostraban esa sencillez y respeto hacia mí, eso me llenaba de orgullo, no hay nada mejor que un halago para reafirmar la buena labor que intentaba desempeñar.

Un hombre muy especial, llamó mucho mi atención por su cordialidad, su sinceridad, su sencillez, el ingeniero Mario F. Abal, el cual me dedicó un pequeño libro escrito por él, eso me impresionó aunque estaría faltando a mi buena memoria, si no mencionara esa tarde en la que me encontraba recorriendo el sector donde estaban los módulos de historia y biografía, cuando el señor presidente se aproximó dialogando con monseñor Héctor Aguer, un hombre con una reconfortante paz.

Entre diálogos y risas se descubrieron nuestras anécdotas siempre simpáticas y muy inocentes, pues ya comenzaba la segunda semana que prometía ser aún más activa que la anterior, el único inconveniente eran nuestras baterías que ya anunciaban haber agotado la mitad de su capacidad. Y a pesar de todo continuamos viendo y atendiendo a los más interesantes visitantes. Otra vez él, como su personalidad de líder lo demostraba, seguía alentando mi trabajo y mi ego, me impulsaba a resistir hasta el día de la clausura, donde se celebraría la santa misa, la cual esperaba con ansias, ¡hasta el cardenal Jorge M. Bergoglio estaría haciendo el cierre!.

Manuel, siendo una persona muy precavida ya tenía todo organizando para ese majestuoso 14 de septiembre, que dicho sea de paso y recordando, esa misma mañana nos comunicaban a la Sra. Catalina, al Sr. Francisco y a mí que éramos los responsables de entregar las ofrendas al cardenal en la misa. Mi primera reacción fue preguntar ¿Por qué?, pero como es su costumbre, me respondió cordialmente e intentaré citar cada palabra con exactitud: “Soy el organizador y creo conveniente, que estando en la Casa de la Empleada, sean los empleados quienes entreguen las ofrendas. Además, yo quiero que así sea.” Esto me llenaba de dudas y responsabilidades, era un gran honor para mí, no podía defraudarlo, ni al resto de mis compañeros. Si bien había tenido otros honores, ninguna había sido como éste, me encontraría a una gran exposición, fotógrafos, camarógrafos, cosas que me ponen nervioso, a diferencia de él.

El Cardenal Bergoglio S.J., quien presidió la Santa Misa de Clausura
de la XV Exposición del Libro Católico junto al
Pbro. César Salvador Sturba (Casa de la Empleada
-Obra de Mons. Miguel de Andrea- 2003)
Y el momento llegó, me encontraba al pie de las escaleras al recinto sagrado, con mis manos sudadas, atento a que nos nombren, no podía quedarme permanentemente en la capilla, debía seguir con mis responsabilidades, dado que yo estaba encargado de la puerta principal. Todo era cuestión de minutos y mi señal se presentó, yo irrumpí bruscamente y me abarajó un colaborador, Manuel me entregó la ofrenda y me explicó todo, así que nos alineamos, luego avanzamos hacia el cardenal, quien recibió a Catalina, después a Francisco y al llegar a mí, avancé y logré observar la cara del cardenal, quien posó sus ojos sobre mi distintivo que sugería vigilancia y seguridad, luego retrocedí lentamente y regresé a mi puesto de trabajo. Por momentos me quedaba escuchando al pie de la escalera, así pudiendo escuchar el cierre y los agradecimientos, donde me nombraron con nombre y apellido. Ahí, mi preocupación creció, mi ego se expandía de tal forma que temía no poder atravesar la gran puerta de dos hojas de la capilla.

Al transcurrir las horas, las felicitaciones se fueron acumulando, que deposité en mi gran bolso de satisfacción, seguido de un hermoso diploma por la participación y por último, una celebración llena de atenciones, demostrándonos humildad, agradecimiento, gestos nobles propios de un gran ser humano. Sólo puedo decir que me queda un gran sentimiento de gratitud golpeando en mi pecho.

Atesoraré en mi mente todos esos recuerdos para narrarlos en años futuros, hasta cuando mis cabellos sean pintados de blanco, sentado en la sombra de algún árbol o quizás mirando por mi ventana mientras el cielo llora o revolviendo un gran guisado de recuerdos, entonces brindaré con mis ojos cansados del ayer, por él, por Manuel Outeda Blanco...

Rodrigo Barzola